El niño no es un niño, es solamente su envoltura, y nadie entrará al reino de Dios, con solamente tener la mentalidad de un niño; el niño no será el ejemplo, sino el estado de consciencia de cada uno de vosotros, para comprender las leyes de la existencia material y espiritual, de lo que les estoy manifestando.
Desde el punto de vista y la comprensión de la encarnación, todos los espíritus vienen de la única esencia absoluta, sin forma ni nombre, que la mayor parte de la humanidad llama Dios, “Gran Manitou” o el gran espíritu, y otros nombres de la noche de los tiempos.
De esta observación, se comprende que el espíritu no tiene tiempo ni espacio, ni edad, ni nombre, como imagen y semejanza de aquello que es Absoluto, y que solamente el cuerpo-energía, envoltura transitoria, manifestada, equipada con una psiquis o mente, con sentimientos y emociones, necesaria para que el espíritu sea viable en los mundos donde le toca encarnar.
Espíritu que en la encarnación tiene que lidiar con la mente, con las emociones y sentimientos, para lograr la capacidad y la destreza, la maestría de ubicarse y saberse conducir en la medida que toma consciencia de un mundo y del entorno “desconocido” para él, siguiendo los patrones y las leyes de la evolución en lo espiritual y en lo material.
Espíritus divinos, que involucionan y viven miles de existencias en diferentes formas de vida, en otros sistemas, mundos y galaxias desconocidas para la humanidad terrestre. Espíritus que acumulan en sus heterias memorias, los hábitos, conocimientos, emociones y sentimientos negativos y positivos, necesarios para crear el detonador psíquico que les permitan encontrar el camino de retorno hacia la vida divina. Diluyendo la ilusoria existencia de la dualidad y las polaridades, para salir del círculo y volver a ser lo que siempre fueron y serán: Absoluto, o Dios.
Y como dijo el profeta: Tus hijos no son tus hijos, son hijos de la vida, ellos son adultos en cuerpos de niños, y tienen un programa que realizar en la medida que se desarrollen física y mentalmente, si bien los padres querrán que ellos sean los más destacados en la sociedad que les toca vivir, como un ciudadano honesto y bien visto; muchos de ellos serán lo contrario, delincuentes, indeseables en una sociedad variopinta, porque las inclinaciones de vidas precedentes marcan profundamente su personalidad, sus hábitos y conductas, las que tendrán que observar y ser conscientes para transmutar y pasar a un nivel superior de consciencia, y eso no depende de los padres, de los malos y buenos ejemplos, sino de los hijos que observarán éstas inclinaciones, como los maestros o las pruebas para asumir su rol de transmutarlos y liberarse del karma que los hace sufrir, y sentirse marginados en una sociedad que no los acepta y los ve como indeseables.
De padres afortunados, buenos, que desean lo mejor para sus hijos, tienen en el ceno de la familia, hijos dislocados, delincuentes, destructivos, homicidas; mientras que en algunas familias pobres, que viven marginados por la sociedad, que superviven con un dólar al día, tienen hijos humildes, sanos, llenos de amor, y muchos de estos niños se desarrollan en medio del sufrimiento, luchando para ser alguien en la vida, y algunos son buenos profesionales, que cumplen un rol de servicio a la sociedad que los marginó.
El niño no es un niño, es solamente su envoltura, y nadie entrará al reino de Dios, con solamente tener la mentalidad de un niño; el niño no será el ejemplo, sino el estado de consciencia de cada uno de vosotros, para comprender las leyes de la existencia material y espiritual, de lo que les estoy manifestando.
Publicado por: uhtred
el septiembre 2, 2010 a las 5:50am
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