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viernes, 7 de mayo de 2010

QUERIDO HERMANO,POR MARIO LANI

No permitas jamás que una mano que se tiende ante tí, se retire vacía, llénala de amor y de palabras de despertar. Ellos han de llevar este amor, como un escudo y como una flor, como un presente y como un alimento.

El largo camino que nos separaba, comienza a acortarse.

Aquella bruma que hacia difícil mirar el final de la senda, se ha ido disipando ... y ya se puede ver a ratos el trecho que nos separa del encuentro.

HERMANO mío, hay tanto miedo en medio de mis hermanos, tanta desesperanza, tantos ojos vueltos hacia los míos, implorando, exigiendo un fin para tanta y tanta tristeza.

Y yo no puedo menos que sentir su dolor y susurrar a sus oídos un mensaje de amor, y la seguridad de que pronto todo eso pasará, como pasa el tiempo del hombre, como pasa el tiempo de las estrellas.

No puede el ser nuevo nacer, si el antiguo, aquel que se aferra a los viejos temores, a las viejas ideas, a los antiguos escritos, a los antiguos lugares sagrados, a los antiguos nombres, y a las viejas palabras , ... sigue palpitando en sus corazones, sin permitirles ver a la simiente que germina dentro de ellos, débil y temerosa, pero llena de luz y de nuevo conocimiento, de nueva paz, y de nuevos nombres para el nuevo día.

Se tú quien llame a aquellos cuya simiente ya ha comenzado a brillar, da a ellos la palabra nueva, la nueva sabiduría.

Amablemente siembra en sus corazones el Amor Universal.

Pero esta vez no como una elección de cada uno, sino como una necesidad universal.

Entrega a ellos la Nueva Alianza, aquella que se selló en los terribles días de la oscuridad, y luego ya en la puerta de tu corazón, despídelos amorosamente en su camino hacia las miles de sendas por las que han de transitar, para llevar el amor, el consuelo y la nueva palabra.

Ellos han de llevar este amor, como un escudo y como una flor, como un presente y como un alimento.

Ellos han de vivir ese amor del cual mana la sanidad y la sabiduría.

Han de aprender a ver a sus hermanos con el corazón, permitiendo que el centro de su pecho permanezca abierto todos los días y todas las horas para sentir en ellos el dolor del otro.

Para que mane de él, de ese centro de su pecho, la sensación del amor, y sus dones se hagan manifiestos en nombre del Amor Universal, y no de otro nombre.

Han de saber, HERMANO, que el hombre no ve sólo con sus ojos.

Que un hombre despierto y consciente, que vive en la luz del Amor del Padre, mas que ver a su hermano, lo siente profundamente y lo aloja en su ser.

Es sólo al despertar cuando los dones se hacen manifiestos.

Aquel que ya mas que mirar, siente a su hermano,
siente su dolor y lo sana con el sólo contacto de sus manos.

Aquel cuyo hermano mora dentro de su corazón y comparte la luz del Amor del Padre, siente el sufrimiento, siente la enfermedad, siente la tristeza y la oscuridad que rodea a sus semejantes, y las conjura con la fuerza de la palabra, siempre que esta palabra nazca en el centro del pecho del hombre despierto y sea enunciada desde el amor, y en el amor.

Cuídese cualquiera de usar este don para dañar o maltratar, pues al no enunciarse desde el amor, la palabra que conjura las sombras ... se vuelve sombra, y la que conjura la enfermedad ... se vuelve enfermedad ... en el cuerpo del que la ha enunciado.

Sólo la palabra nacida del amor, da vida, ... sólo el toque de la mano que siente la necesidad de manifestar ese amor, da sanidad y consuelo al que sufre.

Es quizás la senda de cada uno de estos maestros una senda solitaria al principio, cuando el centro del pecho palpita como una herida recién abierta y la sensación de la unidad de todos y de todo, se siente como una presencia infinita que apenas si permite respirar.

Pero ya después cuando la conciencia se hace presente y la luz sana la herida, la senda se comparte con aquellos en los que el amor está presente en cualquiera de sus millares de manifestaciones, y ahí la soledad ya no es una necesidad, sino una elección por momentos, para regresar al yo, al hogar interior y en plena luz vivir la experiencia personal del Amor del Padre, para luego retornar al hogar, al amigo, al amado o la amada, a los hijos o al todo que nace en ese punto donde se impone el límite de nuestros cuerpos.

HERMANO, ¿ cuántas manos se tenderán ante tí implorando la ayuda, la fuerza, la salud, o el consuelo, y cuántas de ellas exigirán de tí o de los tuyos el tomar la espada para combatir al mal, el empuñar la antorcha para combatir la oscuridad, el tomar la voz para hablar por los que callan ?

Pero has de saber HERMANO, que este mal, esta oscuridad y este silencio, moran en cada uno de ellos, y no eres tú quien debe combatirlos, sino quien debe enseñar a los otros a despertar, y a arrancarse la máscara que les impide ver su luz, su hogar interior.

Han de ser tus palabras las palabras del maestro.

Cuídate de blandir la espada o de usar la palabra como espada.
Cuídate de empuñar la antorcha o de quemar la palabra para hacerla luz momentánea.

Ella debe alojarse en el corazón del hombre, debe despertarlo en medio de su sufrimiento, de su dolor, de su soledad y de su silencio.

Pues una vez despiertos y en plena consciencia de la presencia del Amor del Padre y de su luz, ya la espada no es necesaria, “pues sólo se debe combatir lo que aleja al hombre de su luz”.

¿ Y como hacerlo si esa luz mora dentro de sí ?

¿ Y para que necesita una antorcha quien camina en el sendero de la luz ?

¿ Y para que necesita una voz aquel cuya voz nace de su hogar interior, de su manantial de agua viva, en cuya fuente cada palabra es gota de agua que da vida ?

No permitas jamás que una mano que se tiende ante tí, se retire vacía, llénala de amor y de palabras de despertar.

Y mientras más y más seres despierten....la terrible tormenta no azotará más la barca.

Y conjurada por la nueva luz que late en cada uno de los hombre así nacidos a la vida nueva, ella, la tormenta, y su terror, y su trueno que asusta, y sus rayos que amenazan, dejaran de ser, y se disolverán en el tiempo como se disuelve una pesadilla ante la luz del sol del amanecer.

Poco falta ya para poder ver el final del camino, y no has de temer, pues al final estos brazos que tanto anhelan abrazarte te estarán esperando, para regresar al hogar.

http://yosoyluciel.blogspot.com/
http://www.plenitudinterior.blogspot.com/

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