Para desarrollarse de forma armónica, hay que vivir la vida en sus diferentes niveles. La forma más efectiva de alcanzar la auto-realización es a través de la Síntesis.
Desde la primera vez que se miró en un espejo y vio que su rostro le devolvía la mirada, ha estado observando su cuerpo. El propietario u ocupante de su cuerpo es un ente misterioso.
El Arte de Informar Formando... Encarnaciones de amor y luz divinos... siguiendo nuestro trabajo de educación transformacional a través de las redes en internet, les estamos acercando las antiguas enseñanzas espirituales de la Kabbalah... En ellas se sugiere que nuestro propósito aquí es ascender de los niveles más bajos de la vida a los planos más altos... Pero con el fin de avanzar hasta el siguiente nivel, debemos caer primero... para adquirir y generar la energía necesaria con que impulsarnos hasta un plano más elevado... El que podamos adquirir la energía para pasar a un plano más elevado, y somos capaces de hacerlo, se encuentra por completo en nuestras manos...
Cuatro categorías de observación
Con el fin de cultivar su condición de espectador, usted necesita desarrollar sus poderes de observación respecto de sí mismo y del mundo. Necesita aprender a observar sus reacciones, para superarlas. Es ese “ir más allá” lo que constituye la parte esencial de la búsqueda espiritual. He dividido los diferentes tipos de observación en cuatro categorías.
1.- Observación de su cuerpo
Este tipo de observación lo hemos practicado la mayoría de nosotros de una u otra forma. En general, permitimos a nuestro cuerpo que funcione sin interferencias. Somos conscientes de que existe el cuerpo y de que existe un “espíritu” que hace que funcione la máquina.
Desde la primera vez que se miró en un espejo y vio que su rostro le devolvía la mirada, ha estado observando su cuerpo. El propietario u ocupante de su cuerpo es un ente misterioso.
Sin embargo, incluso como ocupante, a menudo se ha identificado con su cuerpo. A veces lo olvida y da por supuesto que usted es ese cuerpo. Pero, esencialmente, ha observado su cuerpo cuando realiza movimientos, y siendo consciente de que un yo invisible está en alguna parte del interior, observando.
A lo largo de su vida ha visto su cuerpo pasar por muchos cambios. No obstante, dentro de usted siempre ha habido un yo inmutable. Todavía hay un niño pequeño, que se ve a sí mismo en unos términos que desafían el tiempo y los límites. Él sabe que no es ese cuerpo, al mismo tiempo le preocupa que su innegable conexión con él causará su muerte cuando el cuerpo muera.
Cuando se mira al espejo y ve una nueva arruga, la parte incorpórea de usted que ve la arruga no ha cambiado, a pesar de que la piel se pliegue. ¡Me veo pelos que me crecen en las orejas y en la nariz, y me pregunto por qué están ahí ahora y dónde han ido a parar los que solían crecerme en la cabeza! Pero por dentro soy el mismo. Cuando usted ve canas donde solía ver cabello moreno, sabe que el yo real no es canoso, y si piensa en el asunto, sabe que el yo real tampoco era moreno. Se ve manchas en la piel y sabe que alguna parte de usted mismo es inmaculada.
Desde que tiene memoria, ha estado observando esos fenómenos de su cuerpo. También es cierto que sabe que la entidad que realiza la observación está desligada por completo de lo que está observando.
Mientras lee esta frase, está permitiéndole a su cuerpo que actúe sin intromisión por su parte. No está ocupado en hacer latir su corazón, ni en llenarse los pulmones, ni en oxigenar su flujo sanguíneo, ni en hacer circular sus fluidos vitales. Deja que su cuerpo funcione por su cuenta y le permite a otra parte de usted conocer cómo ser un observador espiritual. Esta forma de hacer las cosas le reporta un magnífico servicio.
Al observar su cuerpo y no participar mentalmente de su funcionamiento, éste trabaja con la perfección para la que fue destinado. Si estuviera constantemente comprobando e intentando controlar las funciones de su cuerpo, estaría en exceso ligado a él, e inhibiría sus funciones naturales. Las veces que durante su vida se ha preocupado por las funciones de su cuerpo o ha interferido en ellas, son aquellas en las que su salud se ha quebrantado.
Cuando no se deja llevar por los instintos de su cuerpo, se encuentra con que éste se desequilibra y quebranta de una u otra forma. Al adoptar el papel de intruso, usted crea disfunciones que en última instancia quebrarán los cimientos del edificio divino que alberga su alma.
Alimenta su cuerpo con los alimentos incorrectos y éste responderá con letargia y enfermedades. Deje de ejercitarlo y se volverá pesado y torpe. Haga caso omiso de sus necesidades de aire fresco y entornos saludables y se desmoronará. Dele sustancias narcóticas y reaccionará negativamente.
Cuando su cuerpo se encuentra en mal estado, lo cual va desde la obesidad a los dolores de espalda, el nerviosismo, la gripe, el cáncer o cualquier otra anomalía respecto del curso natural del cuerpo, entonces es imperativo que asuma la posición de espectador benevolente.
La verdadera conciencia es un estado de pura observación, sin ningún intento de reparar o cambiar lo que se está contemplando. Se trata de una especie de amor curativo que no establece juicios. Aun a pesar de que lo que esté observando sea “enfermedad”, el espectador comprensivo advierte los puntos en conflicto y los observa con amor incondicional. La ausencia de enjuiciamiento del acto de observación contribuye con la apropiada energía de amor que la situación necesita.
Cuanto más pueda practicar la condición de espectador, más se encontrará con que el mero acto de observar hará que su vida continúe avanzando por el camino de la búsqueda espiritual. La mecánica de la creación es tal, que el lugar en que pone su atención y la mantiene es el lugar en que se origina el cambio de la nada al aquí y ahora
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En la luz de Cristo,
Centro Escuela Claridad
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¡Que las Energías de la Síntesis y la Paz, se derramen en la humanidad!
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