Solo hace falta que abras las ventanas. Que corras finalmente las cortinas que crearon la penumbra en la que confortablemente te guardabas.
Y no solo que permitas la luz cálida de un sol dadivoso, o los misteriosos brazos de la blanca luna para que acaricien tibiamente tu mirada, si no que seas tú el que dé color a ese paisaje desde el arco iris de tu alma, que dances amarillos y atardeceres, que cantes púrpuras y ocasos, que brilles azul al universo blanco y descubras, otra vez, el secreto olvidado de los bosques, el misterioso fractal del verde brote de las hojas, de las hadas de las flores y los tejedores de perfumes jugando entre jardines con aromas de esperanzas, juguetones duendes entre luces y penumbras en el filo de tu ojo cuando quieres convencerte de que nunca has visto nada.
Y ya lo has percibido, has recordado, has sospechado percibir sin la mirada de esos ojos acostumbrados a negarte.
Finalmente el corazón, tu corazón que grita y canta verá en verdad que ni el más vasto paisaje en el que has posado tu mirada, podrá igualar la belleza de la magia con que al amar te descubriste desde un no-lugar y no-tiempo creando todos los lugares y apreciar tu obra en las estrellas, los soles, las galaxias.
Mirando, como ajeno, todo lo que con tu infinito amor has regalado, y entre ese regalo esta tu olvido para descubrir, aun hoy embelezado, que puedes al fin correr esas cortinas, sagrado velo de penumbras bipolares y finalmente cantarte a ti mismo la canción que pondrá alas a la melodía de tus sueños, al fin, una vez mas, cuando hacia el amor abras todas las ventanas.
donsantos57@hotmail.com
19 de Noviembre de 2010 05:41 p.m.
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