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miércoles, 17 de noviembre de 2010

El mensaje del amor. En la creación, en el mundo objetivo, ningún objeto es igual a otro.

En la creación, en el mundo objetivo, ningún objeto es igual a otro. No hay dos seres humanos que sean iguales, hay algún rasgo que los distingue, cada uno tiene sus propias y particulares experiencias, impera en ellos una inmensa diversidad.

Una persona que ha dominado los Vedas y el Vedanta puede ser reconocida como un sabio.

Otra puede ser alabada por sus brillantes escritos en prosa y verso, pero si esos eruditos no tienen pureza de conciencia ni ideales que los enaltezcan, sus capacidades pueden ser mas dañinas que benéficas, pues no promoverán la felicidad de la gente ni la paz social.

Su vida transcurrirá sin la conciencia de su santidad o sublimidad.

El Señor bendijo al pequeño Druva, apreciando su inocencia y su firme fe.

El Señor salvó a Pralhada de los maleficios que su propio padre había planeado, porque el muchacho se había entregado a Él y había puesto una confianza inquebrantable en su misericordia.

El Señor derramó gracia sobre Kuchela, quien sufrió de una agobiante pobreza, porque nunca vaciló en su devoción.

El Señor es el refugio de todos los que buscan abrigo, el salvador de todos los que tienen que ser salvados.

Él es la personificación de Ser, Conciencia, Bienaventuranza. 

Él está ahora en Puttaparti como el emperador resplandeciente de la verdad, la bondad y la belleza.

La vida proveniente del alimento es corta, la vida proveniente del Alma es eterna.

No pretendan una vida larga, sino una vida divina.

No suspiren por más años sobre la tierra, sino por más virtudes en el corazón.

Buda supo y dio a conocer al mundo las verdades: todo es dolor, todo está vacío, todo es fugaz, todo está corrompido; así que el hombre inteligente tiene que cumplir con discernimiento, diligencia y desapego los deberes que se le han impuesto.

Desempeñen el papel, pero mantengan su identidad inafectada. 

Tengan su mente en el ashram (lugar donde vive un Maestro) del bosque, sin ser alterada por el mundo acelerado y sin rumbo.

Es su deber, un deber del que no pueden escapar, ocuparse totalmente en su trabajo, sin inquietarse con la pérdida o la ganancia, el fracaso o el éxito, la calumnia o el elogio.

Esta es la lección que el Gita inculca en ustedes. Quienquiera que haga adoración sin pensar más que en mí, a él lo tendré conmigo; llevaré su carga ahora y siempre.

El Gita dice: “Teniéndome siempre en la memoria, empéñense en la batalla de la vida”.

Este “mí” al que Krishna se refiere no es ajeno o extraño a ustedes. 

Es su realidad divina que pueden conocer en el silencio de su meditación, cuando eliminan de su conciencia la distracción de los sentidos, la mente y el ego.

Ustedes pueden refugiarse en la serena frescura de su corazón, donde él mismo se ha instalado como el auriga.

Sólo que ustedes deben comprometerse en el trabajo que es purificante, con una actitud que santifica.

La mayoría de las personas no saben cómo iniciarse en esta aventura tan provechosa, desperdician sus vidas en la tristeza, caminan apesadumbradas por la desilusión y la desesperación, porque se aferran a algo como si fuera suyo y tratan otras cosas como si fueran de otros.

Arrebatan y se afligen, y se esfuerzan por adquirir y pierden. El deseo multiplica el deseo, y el hombre se hunde más en el descontento y la angustia.

Este comportamiento realmente es artificial; no está de acuerdo con la verdadera naturaleza del hombre o la conciencia del Alma Divina.

En el mar universal y eterno del cambio, sólo el Alma está por encima del cambio.

En la creación, en el mundo objetivo, ningún objeto es igual a otro.

No hay dos seres humanos que sean iguales, hay algún rasgo que los distingue, cada uno tiene sus propias y particulares experiencias, impera en ellos una inmensa diversidad.

Ni un individuo es el mismo por mucho tiempo. El bebé se convierte en niño, luego en un adolescente, más tarde en un adulto y de pronto se vuelve de mediana edad, después viejo, y finalmente senil.

En un mismo día el individuo se convierte en una persona despierta, un soñador y un ser profundamente dormido.

Así que el hombre debe buscar refugio en lo incambiable, el Alma Universal, de donde surgen todas las diversidades y en la cual todas se funden.

Sólo entonces puede obtener paz y contento. El pasado ya pasó; no pierdan tiempo mirando hacia atrás el camino que han recorrido.

Miren hacia adelante, con la decisión de seguir con confianza y valentía. 

Den el primer paso ahora. Mañana puede ser demasiado tarde.

Repítanse a ustedes mismos la verdad de que el mundo es Dios como lo es el cielo. No hay dos entidades o categorías diferentes llamadas material y espiritual.

Todas las distinciones son aparentes, no son reales. Sai atrajo hacia él mismo al viejo, al joven y a los niños y cada uno de ellos tiene a Sai en su corazón.

Las escrituras de los diferentes credos –la Biblia, el Corán, las Upanishads, el Zendavesta– aparentemente son diferentes, pero su fin es el mismo: establecer la hermandad del hombre y la paternidad de Dios como base para la paz de la humanidad.

Ningún credo debe sentirse superior, porque cada uno es formado de acuerdo con las necesidades de tiempo y lugar, de lenguaje y niveles de experiencia.

Todos ustedes son miembros de la familia Sai, unidos por la religión del amor.

Aunque abiertamente ustedes profesan diferentes religiones, la fe en Sai ha derribado las barreras en sus mentes. El amor es Dios. Vivan en el amor.

Su Alma, que equivocadamente confunden con su cuerpo, sus sentidos, su mente, su intelecto, etc., no puede tener tristeza o gozo. No nace ni muere.

Es eterna e inmutable Lo que ustedes consideran como alegría o tristeza es sólo una nube que pasa y que no puede empañar el esplendor del sol o la luna.

Sepan que esas emociones se siguen unas a otras cuando la rueda de la vida gira momento a momento.

El mar tiene agua que no puede calmar la sed, pero también tiene perlas y corales. 

Tienen que ser fortalecidos por los golpes de martillo del gozo y la tristeza hasta que ya no sean afectados por las vicisitudes de la fortuna.

Este año ustedes han nombrado a mi cumpleaños como El Aniversario de Oro del Avatar y se han reunido en grandes grupos provenientes de todas partes del mundo.

Estoy seguro de que se han beneficiado por el satsanga (la compañía con gentes piadosas).

Yo no marco en el calendario ningún día en particular como el de mi cumpleaños, porque considero que cuando la Divinidad florece en su corazón, ese es mi día de nacimiento en ustedes.

Por lo tanto, cada uno debe celebrar individualmente ese día como el de mi cumpleaños.

El día en que ustedes tomen la resolución de practicar mis consejos, de seguir mis directivas, de convertir mi mensaje en actos de servicio y de ocuparse del sadhana, ese día será mi cumpleaños para ustedes.

El 23 de noviembre que ustedes celebran como el día en que yo nací, es como cualquier otro día si lo celebran en una forma rutinaria y ritual.

Adoren al hombre y la adoración me llega a mí. Descuiden al hombre y me descuidan a mí.

¿De qué sirve adorar al Señor y suprimir al hombre, su contraparte en la tierra? 

El amor por Dios debe manifestarse como amor por el hombre, y el amor se debe expresar como servicio.

Solamente a través del amor –el amor adquirido mediante el sadhana y compartido con todos como sadhana– el individuo, así como la nación, puede lograr la paz.

Mi vida es mi mensaje y mi mensaje es amor. Eso explica por qué ustedes se han reunido aquí en cientos de miles.

Bhagavan Sri Sathya Sai Baba
Prashanti Nilayam
23 - 11 – 75


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